martes, 27 de mayo de 2014

ARTÍCULO DE L.T. ZAPATER ESPI: EL ERROR DE LAS PERSPECTIVAS ELECTORALES DE ALGUNOS AVENTUREROS.


Nacional

 Luis-Tomas Zapater Espí.
Candidato de DN Europeas 2014.



Tenía una deuda pendiente con todos aquéllos que confiaron en mí en mi primera experiencia política que terminó de manera abrupta hace casi tres meses, y que había postpuesto (pese a que se vertieron contra mí de manera cobarde y anónima todo tipo de injurias que merecían respuesta) para dedicarme plenamente a la enorme tarea que ha hecho Democracia Nacional en estas últimas elecciones europeas. En el momento actual, liberado de la carga electoral, he creído conveniente realizar algunas aclaraciones sobre un tema de mi pasado reciente que considero importante de cara a nuestro electorado.
Hasta no hace mucho mi relación con la política era la de un espectador. Desde mi más temprana juventud me apasionó la historia, la religión y la política, y hasta solo hace unos meses había estado durante toda mi vida con el deseo insatisfecho de poner lo mejor de mí mismo al servicio de mi Comunidad. Las cosas empezaron a cambiar a partir del año 2012, cuando impartí en La Carolina una conferencia con motivo del 800º aniversario de la Batalla de las Navas de Tolosa que suscitó gran interés hasta el punto de que fui invitado por un amigo de mis oyentes a exponer una segunda conferencia en Zaragoza (en septiembre de 2013), sobre “LEGISLACIÓN, CULTURA Y POLITICA DE DEFENSA”, a raíz de la cual se suscitaron diversas reacciones en los medios de comunicación y entre los políticos de algunos partidos con representación parlamentaria.


La polémica suscitada por mi intervención en la Academia Militar de Zaragoza fue aprovechada por los responsables de un medio de comunicación que en principio parecía que se identificaban con los ideales que postulaba, y que me ofrecieron públicamente la posibilidad de adherirme a su proyecto político, (de reciente creación), dando un paso al frente con ilusión y entusiasmo. Examinada mi breve andadura por ese proyecto político fracasado, como creo que soy responsable no sólo de mis actos sino de aquellos que han depositado su confianza en mí creo que es de justicia hacer algunas reflexiones públicamente para conocimiento general:


En primer lugar, quiero pedir perdón a quienes creyeron en mí por mi ingenuidad a la hora de dar oído a aquellos que careciendo de valor para ir de frente, se postularon como amigos sin serlo y con la misma facilidad pasaron en un breve lapso de la adulación más servil al improperio desbocado sin la más mínima decencia ni lealtad, obrando de manera diametralmente opuesta a la que obré yo con ellos. Y digo lealtad porque mi lealtad es hacia las ideas, no hacia las personas por muy encumbradas que se crean. 
Algunos confunden la realidad nacional con la conciencia que de esa realidad tiene nuestro pueblo, y eso les lleva a no tener claro, por un lado, la relación de su proyecto político con la sociedad en la que viven ni con las fuerzas del campo patriótico, y por otro lado, la clase de partido a la que aspiran. ¿Se trata de un partido de cuadros? ¿Se trata de un partido de masas? ¿Se trata de un partido de electores? ¿Se trata de un partido de notables? ¿Se trata de un partido de una minoría ilustrada? ¿Se trata de un partido de vanguardia revolucionaria? ¿Se trata de un partido de activistas? ¿Se trata de un partido de iluminados? ¿O se trata de la marca B del PP para conseguir que nada surja a su derecha?


Eso depende de lo que entendamos por partido. Si por partido entendemos un instrumento al servicio de unas ideas es una cosa. Ahora bien, si por partido entendemos “una alternativa efectiva a la incapacidad de los partidos patrióticos para oponerse a la casta política” (como dice un conocido periodista de Málaga), y que la razón de crear este “partido” es la incapacidad de los otros, lo que hay que aclarar es ¿Qué entiende dicho “partido” por “partidos patriotas?” Resulta pertinente esta pregunta porque el arte de la política consiste en suscitar acuerdos, alianzas y uniones en torno a las ideas. El hecho de fletar unas siglas con un proyecto presuntamente patriota pero incapaz de relacionarse con aquellos que él mismo califica de patriotas hace que desde los primeros obstáculos y confrontaciones a los que tuve que hacer frente en mi labor por la unidad de los patriotas, (obstáculos orquestados a mis espaldas precisamente por parte de algunos compañeros de aquel partido), lógicamente albergara progresivamente serias dudas sobre la naturaleza y el alcance de dicho proyecto político, hasta cuando se llegó a un punto de no retorno, y por dignidad personal y coherencia con mis ideas no tuve más remedio que la dimisión. No dudo de que en dicha formación puedan hallarse todavía hoy personas sin tacha y de indudable entereza moral, pero el partido como tal no ofrecía un horizonte claro a consecuencia de las turbias acciones de sus máximos dirigentes, y faltaría gravemente a la verdad si dijera otra cosa. Teniendo en cuenta estos antecedentes, ¿Es creíble para el patriota español que un partido con una vida tan escasa, -medio año desde su creación- con una experiencia tan “esperpéntica” (como dijo Xavier Rius en su blog sobre él cuando se enteró de que no había conseguido los avales necesarios para presentarse a las elecciones), pretenda ahora que se disuelvan todos los demás partidos patriotas para que se integren todos en él? ¿Alguien puede creer que este tipo de medidas solucionan el problema interno del patriotismo español, o por el contrario es perceptible que polucionan más si cabe el mal ambiente entre las formaciones?


Algunos, que han criticado mucho a Jiménez los Santos por confundir la política real con el espectáculo informativo sobre la política, han acabado cayendo en la misma trampa. Por mucha audiencia que tenga un periodista en la opinión pública, o sobre la política que genere, ésta no puede traducirse en una respuesta a la política con mayúsculas, en el plano de la movilización  ciudadana, si no existe una base humana, organizativa, económica y moral que la sustente. Y aquéllos que careciendo de esa base (sobre todo de la moral, de la que presumen y carecen por completo) traten desde ciertos medios de comunicación de crear desde cero un movimiento político, o son unos ingenuos o son algo mucho peor por jugar con la ilusión de aquellos que desde nuestro idealismo y desinterés habíamos apostado por una opción que parecía revestida de una solvencia que resultó ser una cortina de humo. Aunque tal vez quede una tercera posibilidad: La de aquéllos que con apoyo directo o indirecto del Sistema tratan de impulsar con limitado eco social por determinados medios publicitarios una opción destinada a dividir y enfrentar a las fuerzas patrióticas, como así ha sido.

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