Luis-Tomas Zapater Espí.
Candidato de DN Europeas 2014.
Como
candidato nº 1 por Democracia Nacional en las Elecciones al Parlamento
Europeo de 2014 ha llegado la hora de hacer una valoración de la
campaña. Es muy triste comprobar el mayor avance en la historia de las
opciones patrióticas e identitarias en el resto de Europa mientas en
España prevalece la desunión y el escaso aumento de apoyo popular, pero
al menos nos consuela saber que somos los heraldos de un tiempo nuevo
que más pronto o más tarde llegará a España como corresponde a la Ley
Natural.
En
lo que respecta a las elecciones en España, en primer lugar, quiero
agradecer a los militantes, simpatizantes, amigos y familiares por el
enorme esfuerzo desplegado con nuestros limitados recursos, en
comparación con los grandes partidos y con algunos identificados como
pertenecientes al “área patriota”. Sé que aunque ha habido un aumento
del voto a nuestra formación, el resultado es muy ingrato por la
inversión de tiempo, dedicación e ilusión de nuestros militantes que
bien merecían otra cosa, pero lo último que hay que hacer en estas
circunstancias es dejarse abatir y abandonar la lucha.
En
segundo lugar, quiero mostrar mi gratitud hacia nuestro Presidente
Manuel Canduela, por su generosidad no sólo al habernos cedido a otros
candidatos los dos primeros puestos de la lista electoral de Democracia
Nacional, sino sobre todo por su loable y desinteresado esfuerzo en el
último y malogrado intento de lucha por la “unidad de las fuerzas
patriotas.”
En tercer lugar,
quiero agradecer a todos aquellos que en la jornada electoral
cumplieron con su deber como agentes del orden, miembros, presidentes de
mesa e interventores de otros partidos. En especial a aquéllos agentes
de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que exigieron el cumplimiento de
la Ley a aquéllos responsables de mesas electorales que trataron de
realizar maniobras ilegales para impedir el voto a DN, y a aquellos
interventores que pese a la brecha ideológica que nos separa de ellos,
no nos negaron un saludo, unas palabras o una sonrisa sincera. Quiero
detenerme en este punto porque aunque no vale la excusa para justificar
el escaso aumento de votos con las posibles irregularidades contrarias a
la legislación electoral, pude comprobar en persona, como apoderado del
partido el día de las elecciones, que en el 10% de los colegios que
visitamos se cometió algún tipo de incumplimiento de la LOREG contra
nuestra lista (ocultación de papeletas bajo las mesas electorales,
camuflaje del voto a DN solapando papeletas de otros partidos, y otras
argucias).
Como Doctor en Derecho Constitucional, he percibido una
cierta conmoción en vivo y en directo al comprobar el agudo contraste
entre la teoría y la práctica electoral, lo que me parece impropio de un
país que se supone pertenece al primer mundo. Escenas como las vividas
por nuestros interventores en Alcalá de Henares, donde en flagrante
ilegalidad se volcaron las urnas sobre las mesas para contar el
desparrame de votos, las creía propias de la literatura del siglo XIX de
la época del caciquismo de Cánovas y Sagasta, pero por desgracia son
reales. Al margen de posibles acciones legales cuando y donde sea útil y
pertinente, nuestra respuesta a estos hechos debe ser insistir en la
acción y crecer en militancia, pues el día que seamos 50.000 no podrán
ningunearnos, ni ignorarnos ni engañarnos con su farsa a la que llaman
“democracia”.
Dejando al
margen estos lamentables hechos, por cuanto sin ellos igualmente se
hubiera estado muy lejos de conseguir un solo eurodiputado, quiero dejar
constancia de que la principal ausencia de representación de las
fuerzas patrióticas, pese al leve aumento de su respaldo electoral, ha
sido el propósito deliberado de impedir, por parte de la mayoría de los
dirigentes de la llamada “área patriótica” ajenos a DN, el que se
consiguiera la unidad de los patriotas por medio del establecimiento de
una lista única. Si sumamos los votos obtenidos por todas las opciones
que se autodefinen patrióticas, obtendríamos una cantidad rondando los
80.000 votos. Dado que una lista única supone unificación de esfuerzos y
multiplicación de resultados y sinergias, a partir de esta unidad se
podría haber duplicado o triplicado el número de votos, obteniendo
cuanto menos la mitad de los votos que ha obtenido el VOX.
Sin
embargo, desde el primer día pude constatar que los mismos que clamaban
-incluso berreaban- desde sus medios de comunicación por la unidad de
los patriotas, hicieron todos los esfuerzos posibles para boicotearla; y
así los insultos contra López Diéguez desde cierto medio de
comunicación que se autoabanderó como el portavoz mediático de la unidad
de los patriotas, o la descalificación de los dirigentes del LEM a
Canduela tras haberle permitido negociar conmigo la unidad en nombre de
su candidatura. Por todo ello, creo que si una cosa buena habrá tenido
esta campaña es hacer abrir los ojos a la gente sobre quién de verdad
quería la unidad, y quién no la ha querido y solo la pretendía de
boquilla como propaganda engañosa; solo un necio o un intoxicador pueden
decir a fecha de hoy que Manuel Canduela haya rechazado esa estrategia
de unidad. Y vista la imposibilidad de la misma, y que los partidos
ajenos a DN en su mayoría no la quieren, es hora de que la gente apueste
decididamente por la única opción verdaderamente nacionalista española y
con un programa que lucha contra las dos principales amenazas que
penden contra nuestro pueblo: la desunión y la pérdida de identidad
colectiva. Ningún grupo político que no tenga clara estas dos amenazas
puede pretender erigirse en salvador de la Nación.
Dejando
al margen el eterno problema del patriotismo español, y como conclusión
general, cabe decir que lo positivo de estas elecciones es que el
bipartidismo ya está herido de muerte. El sistema turnista, ese
sucedáneo de democracia favorecedor de la corrupción como aquel otro que
surgió en 1876 con la Restauración, está en crisis y entra en su recta
final. Pero la respuesta ciudadana ha sido el pasotismo abstencionista o
el voto anti-sistema a la desesperada apadrinado por el mismo Sistema.
Una vez más, los habitantes de la Iberia nos convertimos en la cola del
mundo. En el resto de Europa, donde se tiene más cultura y sentido
común, se vota a las opciones del verdadero nacionalismo europeo ante el
atropello a nuestros derechos cometido por Bruselas y su casta de
lacayos liberales o socialistas. Votan a una Le Pen, a un Jóbbik o a un
Amanecer Dorado.
En esta España de charanga y pandereta se vota a
PODEMOS, el último engendro del Sistema para canalizar desde el Sistema
el descontento con el mismo, o incluso se apoya a las opciones que
apuestan por la destrucción de nuestra Nación. Tenemos un panorama
sombrío y pre-guerracivilista, porque la casta no se va a dejar
arrebatar el poder fácilmente, pero los que pretenden sustituirla buscan
sentar las bases para implantar una tiranía comunista en España al
estilo de Cuba o Venezuela que es a lo que vamos, lo que será objeto de
mi análisis en un ensayo posterior.
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