martes, 27 de marzo de 2018

EL PENSAMIENTO POLÍTICO DE HOBBES 1588-1679


Adoptó un planteamiento racionalista a partir de su formación y viajes por varios países europeos. Traductor de Tucídides, rechazó en cambio las ideas innatas de los aristotélicos. En cambio mostró interés por la importancia de los signos y el lenguaje en el comportamiento social del ser humano.

Aunque empezó sosteniendo convicciones monárquicas comunes en sus obras “Elementos del derecho natural y político” y en “Tratado del ciudadano”. Pero en “Leviatán” de 1651 dio un cierto giro y enunció las claves que lo convierten en un autor discutido y famoso.

Rechazó el idealismo racionalista de su contemporáneo Descartes y defendió un materialismo mecanicista presidido por el engranaje mental del ser humano. Sus planteamientos responden a la importancia de la materia y el movimiento como lo verdaderamente perceptible por el ser humano.

Sus conclusiones sobre el ordenamiento político pasan por el origen del poder y la conveniencia de aceptarlo. Basa esa aceptación en el interés profundo de los individuos y en el mantenimiento de la paz. Es pesimista porque piensa que en el estado natural el ser humano es feroz, pero también opina que esa tensión impulsa a buscar un pacto de convivencia para formar una sociedad que salvaguarde a cada individuo, y  superar la fastidiosa fase primitiva de egoísmo ciego.

El gobierno debe delegarse en pocas manos para ser eficaz. Considera que la cesión de soberanía es irreversible, igual que opinaba Bodin. Hobbes piensa que el deber del rey, su conciencia profesional, y su mera conveniencia para reforzar su legitimidad, le hacen atender correctamente al interés del pueblo: “el bien del soberano y el del pueblo no pueden ser separados”. El monarquismo de Hobbes, al contrario que otros teóricos anteriores,  por tanto no se apoya en la religión ni en la fidelidad personal a una dinastía, sino en la utilidad práctica: el individuo alcanza su mayor madurez en un estado autoritario.