Esta noche Don
Blas Piñar nos ha dejado. Es una de esas figuras tan grandes que te
marcan aún cuando todavía ni siquiera les conoces. Recuerdo la primera
vez que escuche su nombre. Sería allá por el 83, apenas tenía 13 años y
los constantes atentados de la extrema izquierda ETARRA me hicieron
tomar partido por los nacionales, por quienes rechazaban ese nuevo orden
que había traído la democracia. Entonces significarse era muy fácil,
una simple pegatina de la bandera de España en un ochentero reloj de
cuarzo y ya estaba, ya habías tomado partido. Recuerdo que, atravesando
un grupo de manifestantes de extrema izquierda me rodearon y me
preguntaron mirando mi muñeca ¿Tú que eres de Blas Piñar? Yo todavía no
le conocía, no era más que un niño, pero intuí que sería de los buenos,
“Yo soy español” respondí, recibí una lluvia de bofetones pero me fui de
allí orgulloso. No me dolieron, certificaron que estaba en el bando
justo.
La última vez
que le vi fue en Verano, hace tres años, en su casa en la Sierra de
Madrid, su delicado estado de salud no fue óbice para que, una vez más,
demostrase su claridad de ideas, su fortaleza, la energía que de él
emanaba, su brillante inteligencia y su memoria de elefante. Fue cortés
y amable pero, al tanto de todo lo que acontecía en los distintos
movimientos nacionales, me dejó caer aquellas cosas con las que no
estaba conforme y las que le preocupaban de la deriva de algunos
partidos. El carácter tampoco le había abandonado. Una hermosa casa de
estilo nórdico, muy de la sierra madrileña, con un florido jardín y en
el centro una preciosa Virgen románica de piedra. Salvo excepciones, las
casas hablan de como son sus moradores.
Entre
estas dos ocasiones han sido decenas las veces que le he escuchado
hablar, recuerdo especialmente una en Majadahonda, en el homenaje a los
mártires rumanos Mota y Marín, en el que habló de la cruzada por la
Europa que queremos, de la defensa de la cristiandad… como siempre que
hablaba, su gran oratoria, su estilo poético y viril, a lo José Antonio,
te llegaba al alma.
Debo reconocer que no siempre le he seguido, durante algún tiempo de rebeldía juvenil, de estado de guerra contra todo y contra todos me sumé a la legión de los que no le comprendían pero pronto, muy pronto, separando la paja del grano, lo importante de lo accesorio, volví a admirar su enorme figura. Por ello, el día que sentí su afectuoso abrazo, hace ahora algunos años, en una comida por su aniversario, fue para mí un inmenso honor.
Debo reconocer que no siempre le he seguido, durante algún tiempo de rebeldía juvenil, de estado de guerra contra todo y contra todos me sumé a la legión de los que no le comprendían pero pronto, muy pronto, separando la paja del grano, lo importante de lo accesorio, volví a admirar su enorme figura. Por ello, el día que sentí su afectuoso abrazo, hace ahora algunos años, en una comida por su aniversario, fue para mí un inmenso honor.
Y
eso, hablando de la legión de los que no le entendieron, de los que le
prejuzgaron, de los que se sumaron al odio a su persona porque daba un
mensaje incómodo, porque advertía de la terrible deriva que la orgía
democrática iba a acarrearnos, y que hay que decir que fueron millones,
él sólo uno, valiente, erguido, arriesgándolo todo mientras tantos
cambiaban de chaqueta y se pasaban al enemigo, mientras tantos
claudicaban, se vendían y traicionaban, él uno sólo pero tenía razón,
prueba absoluta de que la razón o la verdad no entiende de votos ni de
mayorías.
¿Quién en su sano
juicio, viendo esta España arruinada, esclava, drogadicta, sin trabajo
para sus hijos, volviendo a la emigración, invadida por extranjeros que
no respetan sus costumbres, con familias destrozadas cuya única
esperanza de redención son ridículos programas de TV a lo “hermano
mayor”, puede afirmar que DON BLAS NO TENÍA RAZÓN?
¿Quién
puede afirmar, viendo esta España que libera a los peores psicópatas
asesinos de la ETA, donde los más sanguinarios pederastas burlan el
sistema judicial, donde los políticos están corruptos hasta la médula y
roban todo lo habido y por haber, que DON BLAS NO TENÍA RAZÓN?
¿Quién
puede afirmar, viendo el golpe de Estado efectuado por el traidor de
Más, para destruir España , viendo la deriva del “conflicto Vasco”, que
DON BLAS NO TENÍA RAZÓN?
¿Quién
puede afirmar, viendo esta España donde la solución propuesta por las
izquierdas y aceptada por las derechas para aquellos hijos que no se
pueden mantener, es decir, para los pobres, es el aborto y la muerte,
que DON BLAS NO TENÏA RAZÓN?
¿Quién
en esta España de extraños atentados brutales irresolutos, de este
mundo globalizado del New World Order, de esta subversión de valores, de
esta economía mundial dirigida por los Rothschild, los Rockefeller o
los Soros puede tomarse a risa ahora sus advertencias sobre la
conspiración masónica?
Yo
respondo, sólo los bastardos y los ignorantes, los que hoy andan
celebrando en las estúpidas redes sociales su paso a mejor vida, sólo
esos pueden afirmarlo. Ellos pueden seguir ciegos siguiendo a sus falsos
profetas.
Los demás, aún
pocos, muy pocos, sabemos que Don Blas tenía razón y que Dios hoy lo
sentará en un lugar de honor entre todos aquellos héroes que generación
tras generación han defendido a España y la Fe de Cristo. Ese fue su
bando, sin ninguna duda. El mismo que el de Isabel la Católica, El Cid,
el de Pelayo, Don Rodrigo, Franco, José Antonio, Ramiro u Onésimo
Redondo, y de tantos y tantos hombres que dedicaron su vida sin rendirse
jamás a la más noble causa.
Hoy más que nunca afirmo BLAS PIÑAR TENÍA RAZÓN. ¡¡¡BLAS PIÑAR PRESENTE!!!
Desde aquí te mando mi último abrazo.
Manuel Canduela.
Presidente de DN.
Presidente de DN.
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