- II. Concepción espiritualista: Las exteriorizaciones del fascismo (partido, proyecto educativo, disciplina) proceden de su modo de concebir la vida. El mundo material o superficial y la satisfacción egoísta no son considerados la meta esencial. La meta es el deber hacia una vida superior, más elevada que busca realizarse en la nación o patria. Mediante la renuncia o al menos la limitación de los intereses particulares del individuo, alcanzar una existencia espiritual.
- III. Concepción positiva de la vida como lucha. Es una reacción contra el positivismo materialista. Sin embargo sí es una concepción activa y optimista. Consiste en ser consciente de las dificultades y presentar una capacidad de respuesta. El objetivo es alcanzar la dignidad de vida, usando todo instrumento de perfección del hombre, sea de orden físico, moral o intelectual. Esto incluye el trabajo, la educación y otros productos intelectuales. Este principio es aplicable para la nación y toda la humanidad.
- IV. Concepción ética. Toda la realidad humana está envuelta
por el juicio moral. El fascista tiene una visión de la vida presidida por la
seriedad y la austeridad.
- V. Concepción religiosa. Establece la relación entre el
hombre y una ley superior, que explica la supresión del individuo y lo lleva a
una sociedad espiritual.
- VI. Concepción ética y realista. El hombre fascista parte de
un proceso espiritual escalonado: familia, sociedad, nación, e historia.
Respeta por ello la tradición. Rechaza las abstracciones individualistas y
utópicas nacidas en la Ilustración, o el finalismo teológico. El fascismo es
realista en tanto que aspira a solucionar problemas, haciéndose dueño de las
fuerzas en acción que rigen a la naturaleza y a los hombres.
- VII. Antiindividualismo y libertad. El Estado es la
proyección de la conciencia y voluntad del hombre en tanto que agente
histórico. El liberalismo y su exaltación del hombre aislado son criticables.
El Estado fascista es la plasmación del pueblo.
- VIII. Antisocialismo y corporativismo. El Estado une y funde
a las clases. Por lo tanto, el socialismo es incompatible con el mismo. No
obstante, hay que reconocer la existencia de exigencias reales de los intereses
de individuos y grupos mediante el sistema corporativo.
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