martes, 29 de octubre de 2013


En los últimos meses hemos estado viendo una constante campaña de difamación y criminalización del nacionalismo español. Una campaña en todos los frentes: el legal, el político y el ideológico.
  

Gallardón prepara más “leyes contra el odio”, es decir, leyes en contra de la defensa de España.
Todo empezó en verano. Sin venir a cuento, la prensa empezó a bombardearnos todos los días con fotos en las que algunos miembros despistados de las Nuevas Generaciones del PP salían con el brazo en alto o posando junto a la bandera con el Águila de San Juan. Por supuesto, en el PP les faltó tiempo para criticar a esos jóvenes. Qué contraste con lo que hacen socialistas, comunistas y separatistas con sus cachorros, cuyas actitudes ultra-radicales son constantemente alentadas y premiadas. 

Pero eso fue sólo el principio. El 11 de septiembre un grupo de patriotas entró en el centro de la Generalidad catalana en Madrid, donde se estaba celebrando una fiesta separatista anti-española. El grupo gritó unas cuantas consignas y se fue. Un juego de niños comparado con lo que hacen los marxista-separatistas en las sedes de sus oponentes políticos. No pasó absolutamente nada, pero la prensa exageró los hechos hasta el ridículo hablando de “salvaje ataque neonazi” en el que hubo “cinco heridos incluida una niña”. Por supuesto, no hubo ningún herido y en cuanto a la niña, lo más probable es que ni siquiera existiera. Pero la campaña fue tan fuerte que el Ministerio de Interior tuvo que actuar, deteniendo a los “asaltantes” en menos de 24 horas. Incluso el Parlamento y la Vicepresidenta Soraya se solidarizaron con las “víctimas”. 


Como consecuencia del “ataque”, gran parte de la prensa y algunos partidos como Convergencia i Unió e Izquierda Unida pidieron la ilegalización de los partidos “fascistas”, incluido Democracia Nacional. Todo acompañado por el enésimo estúpido reportaje de La Sexta sobre la “ultraderecha”. Mientras tanto, el Ministro de Justicia anunciaba una ley en la que la exhibición de símbolos “fascistas” estaría prohibida (por supuesto, los marxistas y separatistas serán perfectamente legales) a la vez que se ampliaban las condenas por “delitos de odio”. Casualmente, todo esto coincidía con la persecución ilegal en Grecia contra Amanecer Dorado, en cuya sede había aparecido una bandera “franquista”. 


Pero ¿qué es el “odio”? Pues lo que el juez de turno decida en cada momento, según la ideología que tenga. Nadie lo sabe exactamente, pero nos hacemos a la idea. Teniendo en cuanta que las leyes “contra el odio” fueron incluidas en el código penal de 1995 por presiones de la Liga Anti-difamación y que uno de sus mayores defensores es Esteban Ibarra, “odio” será defender ideas patrióticas, oponerse a la inmigración masiva o rebelarse contra el lavado de cerebro marxista cultural. Por supuesto, pedir la destrucción de España, insultar a los españoles todos los días como hacen los separatistas, el racismo anti-español y la propaganda anti-cristiana de la izquierda, los símbolos exaltando a regímenes genocidas como la URSS...eso no será “odio”.

Al mismo tiempo, y poco después de una visita de Rajoy a Nueva York, donde se reunía con el masónico Consejo de Relaciones Exteriores, la ONU instaba al gobierno español a nuevas acciones de condena del franquismo ¿va a pedir también al resto de los países del mundo que condenen su pasado o sólo se lo exigen a España?  A los pocos días, nuevo ataque de histeria colectiva de los medios de comunicación, esta vez por un mercadillo “fascista” en un pueblo de Madrid, donde se vendían símbolos “fascistas”. No importa que se les explique que era un mercadillo en el que se vendía material militar y que es normal que se  incluya este tipo de simbología y que, igual que simbología fascista, también la había comunista y republicana. Daba igual. Había que montar un circo y la prensa no perdió la ocasión. 


Para terminar, en vista del 12 de octubre en Barcelona, de nuevo la prensa anunciaba todo tipo de violencia y de catástrofes si el acto nacional en Montjuic se llevaba a cabo. El Ministro del Interior anunció de una forma totalmente ilegal que “los ultras no entrarían en Barcelona”. Esto y la presión de la ultraizquierda separatista hizo que la manifestación legal y autorizada de los convocantes fuera prohibida, al mismo tiempo que se permitía que la ultraizquierda llevara a cabo actos y concentraciones ilegales. Varios autobuses de fuera de Barcelona y que acudían al acto de Montjuic fueron retenidos e inspeccionados de una manera totalmente ilegal. Al mismo tiempo, la policía anunciaba la detención de un extraño grupo de “ultraderecha” llamado Hammerskins, dedicado al tráfico de armas, de drogas y a todo tipo de delitos. Extraño grupo este que, al igual que otro conocido como Ángeles del Infierno, son constantemente reorganizados y desmantelados, siempre coincidiendo con unas elecciones o con una campaña de miedo contra la “ultraderecha”. 


Vemos la diferencia con el trato que reciben la ultraizquierda y los separatismos anti-nacionales, cuyas acciones violentas no sólo no son perseguidas, sino que son animadas por parte de la prensa y de la clase política. Acciones violentas que van en aumento pero que, por lo visto, no suponen ningún peligro para nadie. Ahí tenemos al “moderado” Duran i Lleida amenazando con una declaración unilateral de independencia (es decir, un golpe de Estado en toda regla) sin que le pase absolutamente nada. Sigue viviendo a cuerpo de rey en el hotel Palace a costa del contribuyente español.

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