En los últimos
meses hemos estado viendo una constante campaña de difamación y
criminalización del nacionalismo español. Una campaña en todos los
frentes: el legal, el político y el ideológico.
Gallardón prepara más “leyes contra el odio”, es decir, leyes en contra de la defensa de España.
Todo
empezó en verano. Sin venir a cuento, la prensa empezó a bombardearnos
todos los días con fotos en las que algunos miembros despistados de las
Nuevas Generaciones del PP salían con el brazo en alto o posando junto a
la bandera con el Águila de San Juan. Por supuesto, en el PP les faltó
tiempo para criticar a esos jóvenes. Qué contraste con lo que hacen
socialistas, comunistas y separatistas con sus cachorros, cuyas
actitudes ultra-radicales son constantemente alentadas y premiadas.
Pero
eso fue sólo el principio. El 11 de septiembre un grupo de patriotas
entró en el centro de la Generalidad catalana en Madrid, donde se estaba
celebrando una fiesta separatista anti-española. El grupo gritó unas
cuantas consignas y se fue. Un juego de niños comparado con lo que hacen
los marxista-separatistas en las sedes de sus oponentes políticos. No
pasó absolutamente nada, pero la prensa exageró los hechos hasta el
ridículo hablando de “salvaje ataque neonazi” en el que hubo “cinco
heridos incluida una niña”. Por supuesto, no hubo ningún herido y en
cuanto a la niña, lo más probable es que ni siquiera existiera. Pero la
campaña fue tan fuerte que el Ministerio de Interior tuvo que actuar,
deteniendo a los “asaltantes” en menos de 24 horas. Incluso el
Parlamento y la Vicepresidenta Soraya se solidarizaron con las
“víctimas”.
Como
consecuencia del “ataque”, gran parte de la prensa y algunos partidos
como Convergencia i Unió e Izquierda Unida pidieron la ilegalización de
los partidos “fascistas”, incluido Democracia Nacional. Todo acompañado
por el enésimo estúpido reportaje de La Sexta sobre la “ultraderecha”.
Mientras tanto, el Ministro de Justicia anunciaba una ley en la que la
exhibición de símbolos “fascistas” estaría prohibida (por supuesto, los
marxistas y separatistas serán perfectamente legales) a la vez que se
ampliaban las condenas por “delitos de odio”. Casualmente, todo esto
coincidía con la persecución ilegal en Grecia contra Amanecer Dorado, en
cuya sede había aparecido una bandera “franquista”.
Pero
¿qué es el “odio”? Pues lo que el juez de turno decida en cada momento,
según la ideología que tenga. Nadie lo sabe exactamente, pero nos
hacemos a la idea. Teniendo en cuanta que las leyes “contra el odio”
fueron incluidas en el código penal de 1995 por presiones de la Liga
Anti-difamación y que uno de sus mayores defensores es Esteban Ibarra,
“odio” será defender ideas patrióticas, oponerse a la inmigración masiva
o rebelarse contra el lavado de cerebro marxista cultural. Por
supuesto, pedir la destrucción de España, insultar a los españoles todos
los días como hacen los separatistas, el racismo anti-español y la
propaganda anti-cristiana de la izquierda, los símbolos exaltando a
regímenes genocidas como la URSS...eso no será “odio”.
Al
mismo tiempo, y poco después de una visita de Rajoy a Nueva York, donde
se reunía con el masónico Consejo de Relaciones Exteriores, la ONU
instaba al gobierno español a nuevas acciones de condena del franquismo
¿va a pedir también al resto de los países del mundo que condenen su
pasado o sólo se lo exigen a España? A los pocos días, nuevo ataque de
histeria colectiva de los medios de comunicación, esta vez por un
mercadillo “fascista” en un pueblo de Madrid, donde se vendían símbolos
“fascistas”. No importa que se les explique que era un mercadillo en el
que se vendía material militar y que es normal que se incluya este tipo
de simbología y que, igual que simbología fascista, también la había
comunista y republicana. Daba igual. Había que montar un circo y la
prensa no perdió la ocasión.
Para
terminar, en vista del 12 de octubre en Barcelona, de nuevo la prensa
anunciaba todo tipo de violencia y de catástrofes si el acto nacional en
Montjuic se llevaba a cabo. El Ministro del Interior anunció de una
forma totalmente ilegal que “los ultras no entrarían en Barcelona”. Esto
y la presión de la ultraizquierda separatista hizo que la manifestación
legal y autorizada de los convocantes fuera prohibida, al mismo tiempo
que se permitía que la ultraizquierda llevara a cabo actos y
concentraciones ilegales. Varios autobuses de fuera de Barcelona y que
acudían al acto de Montjuic fueron retenidos e inspeccionados de una
manera totalmente ilegal. Al mismo tiempo, la policía anunciaba la
detención de un extraño grupo de “ultraderecha” llamado Hammerskins,
dedicado al tráfico de armas, de drogas y a todo tipo de delitos.
Extraño grupo este que, al igual que otro conocido como Ángeles del
Infierno, son constantemente reorganizados y desmantelados, siempre
coincidiendo con unas elecciones o con una campaña de miedo contra la
“ultraderecha”.
Vemos la
diferencia con el trato que reciben la ultraizquierda y los separatismos
anti-nacionales, cuyas acciones violentas no sólo no son perseguidas,
sino que son animadas por parte de la prensa y de la clase política.
Acciones violentas que van en aumento pero que, por lo visto, no suponen
ningún peligro para nadie. Ahí tenemos al “moderado” Duran i Lleida
amenazando con una declaración unilateral de independencia (es decir, un
golpe de Estado en toda regla) sin que le pase absolutamente nada.
Sigue viviendo a cuerpo de rey en el hotel Palace a costa del
contribuyente español.
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