viernes, 26 de octubre de 2012

LAS FORTIFICACIONES DE QUART HADASHT-CARTAGO NOVA-CARTAGENA

Quart Hadasht, fundada en el 227 a. c. por el dirigente y militar cartagines Asdrúbal Barca, seguramente sobre  el emplazamiento de la primitiva Mastia ibérica, fue desde sus comienzos una ciudad llamada a altos destinos. Ciudad más conocida por la versión romana de su nombre, Cartago Nova, lo cierto es que  nada en su elección fue casual.

UNA IMAGEN DEL ACTUAL CENTRO DE INTERPRETACIÓN DE LA MURALLA PÚNICA EN CARTAGENA, QUE REMEMORA LA FISONOMIA DE LA ANTIGUA FORTIFICACIÓN, Y QUE GUARDA EN SU INTERIOR UN SEGMENTO DE LA MURALLA ORIGINAL

Para la talasocracia mercantil cartaginesa dueña del estrecho de Gibraltar los puertos ventajosos representaban la base de su sistema. Y Cartago Nova ofrecía eso por doble partida: un amplio, profundo  y resguardado fondeadero natural “ prácticamente la única ciudad de Hispania dotada de un puerto, es decir, , capaz de albergar una escuadra” ( Polibio, Historias ) complementado al norte por una laguna de aguas mas someras comunicada por un estrecho canal con el puerto mayor. La península de terreno, rematada por cinco colinas, que se interponía entre ambas aguas se convertía para cualquier observador atento en un emplazamiento urbano ideal. Fácil de defender, a condición de fortificar el istmo que la conectaba a tierra firme y de un modo más reducido el perímetro lindante con la laguna y el mar. Además semejante punto fuerte serviría para  dar amparo y almacenar el producto de las riquísimas minas de plata de los filones de micaesquistos que se extendían por las colinas comprendidas entre Cartago Nova y La Manga del Mar Menor.

Según las fuentes antiguas del siglo II a. c. el perímetro de la Cartago Nova  púnica sería de 20 estadios, cerca de 4 km. El área correspondiente  aunque palidecería comparada con sus contemporáneas Roma, Cartago, Siracusa o Rodas con todo la covertían en una ciudad amplia para la época, repleta de  depósitos, talleres, arsenales y templos. En el noroeste de la península, la colina llamada Ars Asdrúbalis contenía la ciudadela y vigilaba el canal hacia la laguna. Al sur, dominando el puerto se encontraba la colina de Esculapio. Al este, la colina Hefesto  custodiaba el istmo. Las colinas de Cronos y Aletes, al norte y el noreste, completaban el conjunto de elevaciones.

Como es lógico la preocupación ‘primordial de los cartagineses  fue reforzar  con poderosas murallas tan extraordinario lugar.  El método adoptado fue el de una muralla de piedra arenisca compuesta por dos muros paralelos de piedra arenisca consistente en dos muros paralelos con una separación de 5 metros entre ellos . El espacio resultante se rellenaba de piedras más diminutas y de tierra apisonada. Este relleno proporcionaba una amortiguación muy resistente a los embates de los arietes u otros ingenios de asedio perforantes, gracias a cierto grado de elasticidad, y prevenía los derrumbes del lienzo.


EL SEGMENTO DE MURALLA CARTAGINESA ORIGINAL RESGUARDADO EN EL INTERIOR DEL CENTRO DE INTERPRETACIÓN

Los muros alcanzaban los cuatro metros de altura, con el muro exterior ligeramente inclinado. Pero la ingeniosa solución no terminaba aquí.

Prolongando los muros desde la base homogénea , los espacios correspondientes se mantenían huecos, de modo que se transformaban en pasillos donde la tropa podía resguardarse de los vaivenes del clima, permanecer discretamente oculta al enemigo y aún más importante contraatacar desde las aspilleras. Incluso podían usarse como alojamientos improvisados para los soldados. Por encima de ellos se situaba el adarve o camino de ronda habitual.



Robusteciendo la muralla se erigían cada cierta distancia torres equipadas con máquinas pesadas lanza proyectiles.

Este diseño fue empleado en la misma Cartago, y era típico  de todo el orbe helenístico o bajo su influencia.

Las murallas de Cartago Nova utilizaban las cinco colinas como formidables bastiones naturales, sin subir por ellas, lo que repercutía en un considerable ahorro de costes. La puerta del istmo estaba lógicamente reforzada por dos torres excepcionalmente sólidas y un “patio griego” que constreñía  a cualquier audaz enemigo que hubiera logrado franquear la puerta pese a todas las precauciones.

El sector de la laguna, en cambio, estaba menos reforzado atendiendo a las grandes dificultades , que, en teoría, tendría un  enemigo para vadearla. Precisamente, la práctica refutaría esta creencia en el año  209 a.c. durante la incursión de Escipión, el futuro “Africano” y héroe romano de la II guerra Púnica. Pero eso, como diría el sabio, es otra historia digna de ser contada en otro momento.
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