lunes, 2 de septiembre de 2013

LAS MEJORAS URBANAS EN LA MURCIA DEL SIGLO XVIII



Vinculado estrechamente con el auge del estilo Barroco en Murcia, impulsado por las coyunturas materiales favorables  y la encendida adhesión a los principios del catolicismo, surgió un programa de revitalización del urbanismo de las ciudades del reino de Murcia a lo largo del siglo XVIII.

En la ciudad de Murcia se completó la ocupación residual de todo el centro histórico, suprimiendo las últimas áreas cultivadas del interior y ampliando los barrios de lo que entonces eran las afueras, como San Juan, San Antolín y San Andrés.  Apareció un nuevo barrio al sur del río Segura, el barrio del Carmen ( o San Benito ), favorecido por los conventos recientemente instalados de los carmelitas y los capuchinos, y por la erección del Puente de Piedra o Puente Viejo, que se mantiene en servicio hasta la actualidad. Es reseñable un proyecto ideado para vertebrar el crecimiento del Carmen, consistente en una gran plaza ovalada que sirviera de foro público y recinto festivo al nuevo espacio, y de cruce de caminos de entrada y salida del Puente de Piedra. El corregidor Heredia Bazán encargó a Jaime Bort el diseño en 1741. El plan, demasiado ambicioso, tropezó con cuestiones de litigio por la propiedad de las parcelas de la zona donde debía desarrollarse, y tuvo que ser relegado a favor de uno más modesto, de forma cuadrada. Fue llevado a efecto en 1751 por Pedro Pagán y Martín Solera, denominada  primeramente como “plaza de toros”,  posteriormente como Alameda del Carmen, y actualmente como plaza Camachos.  Varios decenios después se conectó la plaza y el convento carmelita mediante un jardín, el actual Jardín de Floridablanca, formando una perspectiva que remataba en la fachada de la iglesia del Carmen. Otra rectificación afectó al llamado Arenal, un espacio en la ribera norte del Segura adyacente al Palacio Episcopal y el viejo Ayuntamiento.  Junto  a ellos se acondicionó una amplia plaza rectangular, la actual Glorieta de España,  que proporcionaba diafanidad y permitía visibilidad sobre el río y  el barrio del Carmen.

Hubo en esta época otras modificaciones relevantes en la ciudad de Murcia, con la potenciación de la Plaza de Santo Domingo y la adición de numerosos edificios para las necesidades del obispado en los alrededores de la Catedral: el Palacio Episcopal, el Seminario de San Fulgencio y el colegio de teólogos de San Isidoro. Especialmente significativa fue la adecuación del pequeño espacio abierto conocido como la “llana de Santa María” para crear una plaza ancha que permitiera la mejor contemplación del nuevo y vistoso imafronte de la Catedral. Esta plaza fue seguramente diseñada por Bort como complemento de su magno trabajo en la fachada catedralicia. Así nació otro de los puntos de referencia de la ciudad de Murcia, la señera plaza de Belluga ( o informalmente, “plaza de la Catedral”  ), de plano poligonal asimétrico para adaptarse a los alineamientos circundantes.
VISTA PARCIAL DE LA PLAZA DEL CARDENAL BELLUGA. EL PALACIO EPISCOPAL A LA DERECHA, AL FONDO EL IMAFRONTE Y LA TORRE DE LA CATEDRAL.
Desde Democracia Nacional  Murcia incluimos un punto en nuestro programa para las municipales de 2015 abogando precisamente por rescatar el proyecto de plaza ovalada de Bort y, con las oportunas modificaciones, llevarlo a término en alguna de las áreas en expansión del norte de la ciudad. De este modo podremos cerraremos un ciclo que sirva para aunar la tradición y la modernidad en nuestro trazado urbano, concediendo un homenaje a las aportaciones del insigne Bort y sus colaboradores a la ciudad de Murcia.

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