sábado, 6 de mayo de 2017

EL PROCESO DE VERONA (1944 ) EL RELATO DE LOS PROCESADOS

Relatos de los procesados.


La versión de Ciano. El caso de este personaje fue  enrevesado al ser el marido de Edda, una de las hijas de Mussolini. A pesar de las inevitables presiones y escenas familiares, el líder italiano rechazó entorpecer el proceso. Edda continuó con sus maniobras, alternando amenazas y súplicas. Acusó en particular a Ribbentrop de las desgracias de Ciano, afirmando que todo se debía al contenido de sus diarios. Pero no parece que los alemanes se mostraran muy interesados en el destino de los mismos.

Ciano estaba bajo un rígido control especial en el antiguo convento de los carmelitas descalzos de Verona, convertido en prisión para los partidarios de Badoglio, desertores administrativos y policiales, y los primeros partisanos. El 19 de octubre, extraditado desde Alemania, llegó Ciano. Paralelamente llegaron Marinelli, Cianetti, Gottardi y Pareschi, presos hasta entonces en Roma fueron trasladados el 4 de noviembre de 1943. El valioso preso era estrechamente vigilado por miembros de las SS y la presencia equívoca de la interprete y secretaria Alice von Wedel.

Al empezar su declaración sCiano e mostró eufórico y se mostró indignado por las acusaciones de traición. Tras la intervención apaciguadora de Cersosino (el juez que incoaba los expedientes), Ciano prosiguió más calmádamente. Primero alegó su nula relación con Badoglio. Había atendido la propuesta de Grandi de otorgar el mando al rey, y culpaba a los alemanes de no proporcionar el apoyo necesario. Él no pensaba que al firmar y votar afirmativamente la orden del día caería el régimen. Acusó a los extremistas fascistas de odiarle y buscar su persecución, mencionando específicamente las acusaciones lanzadas por Farinacci, Scorza y Buffarini.

Hizo algunas menciones a su fortuna económica, cuya cuantía aminoraba.  Después del 25 de julio había recibido garantías del rey de no ser perseguido. Fue atraído con artimañas por los alemanes, que no condujeron a España como Ciano pretendía. De nuevo alardeó del contenido de su diario, al que otorgaba importancia excepcional.


Tras un receso para calmarle, se preparó el acta. Ciano se identificó, mencionó su carrera de diplomático, experiencia militar y cargos (ministro de Prensa y Propaganda, Exteriores, y  Santa Sede) Rechazó las acusaciones por absurdas. En el Gran Consejo apoyó la necesidad de mantenerse al lado de Alemania en el conflicto. Sus actividades en los días previos las describiría en un futuro memorial. Argumentó que al votar la orden de Grandi quería formar un bloque nacional amplio y despojarle de su carácter partidario a la guerra, en favor de una empresa bélica italiana comprometiendo al rey.

La versión de Bono.

En su identificación inicial hizo un alegato recordatorio de sus amplios méritos como fascista fundador, como militar colonial, y como funcionario del estado.

Puntualizó que solo había sostenido en los últimos años tres encuentros directos con Grandi. A continuación pasó a relatar sus preparativos para el Gran Consejo: un encuentro previo con Mussolini el 21 de julio, notificándole el malestar con la dirección de la guerra. Bottai y De Cicco, que estaban presentes, reivindicaron activar los órganos constitucionales; Farinacci protestó contra la labor del Estado Mayor y de ciertos generales (Bono no quiso especificar cuales). Por otra parte Giurati mostró señales de desmoralización, al opinar que en 20 años el gobierno fascista no había creado gran cosa, levantando la ira de Mussolini.

El viernes 23 de julio Bono recibió la invitación para el Gran Consejo. Al mediodía del 24 de julio Bignardi le visitó y le entregó la orden del día de Grandi. Iniciado por la tarde la reunión, Bono recordó que Mussolini la inauguró leyendo dos cartas de Badoglio, y después pasó a resumir el panorama militar. A continuación intervino el propio Bono, presentando el dilema “capitular o resistir”. Apostó por la segunda pero señalando la necesidad de hallar los medios para ello. Fue aplaudido por todos los asistentes. A continuación intervinieron Farinacci criticando agriamente a los estados mayores del Ejército y la Marina  solicitando su sustitución, y luego habló Grandi exigiendo la reactivación de los órganos constitucionales. Siguieron otros de los presentes, aunque Bono mencionó en particular a Bottai por la crudeza de su discurso, afirmando el incumplimiento de las leyes por parte del gobierno fascista.  Mussolini volvió a hablar, reconociendo que si la orden del día era aprobada su desempeño como gobernante se vería afectado, aunque aún confiaba en recibir el apoyo del rey.

Bono cayó en una contradicción cuando el juez le preguntó porque votó afirmativamente la orden. Respondió que no se le pasó por la cabeza que el Duce pudiese perder el control del gobierno, y que las palabras de Grandi y Marsico  sobre el carácter permanente del mandato de Mussolini le tranquilizaron al respecto. Según la explicación de Bono sostenía que el cambio solo afectaría al mando de las fuerzas armadas, para conseguir la confianza del ejército. Lo acaecido el  domingo 25 de julio le habría llegado por comunicaciones telefónicas.

No presentó ningún escrito peticionario o exculpatorio. Solo invocaría el testimonio del propio Mussolini.



La versión de Tullio Cianetti. Nació en 1899 en Asís. Ejerció de puesto de presidente de la Confederación fascista de la Industria y de ministro de las Corporaciones desde 1940 a 1943. Se exilió a Mozambique, donde residió hasta su muerte en 1976.

En su declaración ante el juez Cersosimo afirmó que había sostenido una charla con Mussolini el día 23 de julio de 1943, previa al Gran Consejo Fascista.

En ella Mussolini le mencionó que se había formado una facción de políticos y militares partidaria de tratar con los Aliados aceptando una rendición incondicional. Cianetti le habría invitado entonces a recurrir a medidas draconianas para evitarlo, haciendo alusiones a fusilamientos.

La mañana del 24 de julio de 1943 Cianetti aceptó una petición para encontrarse con Grandi. 

Mientras acudía al despacho se cruzó con Farinacci, que  le comentó la ambigüedad de la “Orden del día” preparada por Grandi para la reunión. Una vez reunido con este, en presencia de Bottai, Cianetti dio su conformidad al contenido de la “Orden del día” puesto que recogía su preocupación acerca de la unión de todas las fuerzas para resistir. Objetó  el último punto referido a la intervención de la Corona, aunque Grandi le tranquilizó al puntualizar que solo se trataba de implicar a la monarquía en la guerra y aligerar por tanto la carga que venía soportando el Duce. Cianetti hasta se mostró dispuesto a patrocinar la propuesta de Grandi, aunque finalmente no la firmó. Recordaba que De Vecchi, Bono, Bottai, Acerbo y Bignardi si lo hicieron.

Mussolini dio al Gran Consejo una explicación de la situación militar. Grandi se declaró partidario de continuar la guerra, pero reprochó la que calificó como escisión entre el régimen y el pueblo, censurando asimismo la gestión del partido fascista. Era necesario que la Corona, dijo, asumiese la responsabilidad en la dirección del ejército, dejando al Duce la gestión interna y del partido fascista. Bottai y otros intervinieron con declaraciones parecidas. Scorza respondió defendiendo la actividad del partido. Hubo un intento de levantar la sesión pero Grandi exigió su continuación.

Antes de la 22 horas hubo un receso, al que siguieron más intervenciones, entre ellas la del propio Cianetti. Argumentó que había apoyado la orden del día por la necesidad de una mayor implicación de la Corona y los organismos constitucionales; las informaciones periodísticas debían ser más claras con los fracasos y la gravedad del momento. Pero añadió que si la orden de Grandi perturbaba al partido, debía apoyarse la de Scorza.  Después intervinieron Grandi y Bottai ( Cianetti no indicó con que discurso)

La versión de Gotardi. Nacido en 1899, fue secretario de la Confederación de Trabajadores de la Industria. Sería fusilado en 1944 a raíz del proceso de Verona.

Alegó enfáticamente la ausencia de una consigna clara por parte del Duce para justificar su decisión de apoyar la “Orden del día” del 24 de julio. Gotardi era responsable del abastecimiento, y utilizó esta responsabilidad para señalar que siendo un puesto tan absorbente  en las circunstancias que vivía Italia en 1943  necesariamente lo alejaba de cualesquiera especulaciones políticas. Atribuyó el resultado de la votación del 24 de julio a una equivocada valoración de las circunstancias y palabras. Recordó que la asamblea de la Confederación sindical el 29 y 30 de junio con los secretarios de las uniones provinciales mantuvo un clima de defensa de la revolución fascista, que fue plasmado en la Revista Sindical de Confindustria.

Gotardi invocó que era ajeno a las reuniones políticas y la red de visitas e intrigas. Asimismo señaló que era su primera participación en el Consejo tras recibir el cargo de presidente de la Confederación de los Trabajadores de la Industria.

El viernes 23 de julio recibió a Bignardi, que hizo mención de la necesidad perentoria de la participación del Rey ante la seriedad de la situación tras el desembarco Aliado en Sicilia. En la mañana del sábado 24 de julio notó que los periódicos no se hacían eco de la reunión. Charló con Cianetti, que se mostró poco clarificador. Del Consejo citó la exposición del panorama militar que hizo Mussolini, y especialmente lo que calificó de  falta de una orientación clara sobre el sentido del voto. Gotardi no habló durante el debate.


 Como reflexión final,  consideraba que en la caída del fascismo  tuvo más relevancia la actitud del Rey y el plan del golpe de estado ideado por sus consejeros políticos y militares que  la decisión tomada por el Consejo.

lunes, 1 de mayo de 2017

EL FINAL DEL IMPERIO HITITA




El efímero gobierno de Arnuwanda III, hijo de Tudhaliya IV, apenas está documentado por improntas de sellos y referencias en un documento de su sucesor Suppiluliuma II.

En el reinado del último rey hitita conocido, las fuentes indican una serie de problemas:

       I.        - Contestación interna en la corte y entre los reinos vasallos, detectable en Kub XXVI 33. También puede comprobarse en el mensaje con los reproches del príncipe Pihawalwi (hijo del rey hitita) a Ibiranu, rey de Ugarit, por su falta de compromiso tras la llegada al trono de su padre, en RS 17.247

     II.         -  Campañas en Lukka y sus proximidades (suroeste de Anatolia) registrados en la “edificación Sudburg” hallada en Hattusa.

    III.          - Dependencia de las importaciones de trigo a través del puerto mediterráneo de Ura (clásica Seleucia). Esta registrada por la inscripción en Karnak del faraón Mernepath y la carta a Ugarit demandando el transporte de 450 toneladas de trigo.


    IV.          - Campañas navales en Alasiya (Chipre), con la interesante conjetura de quien podía ser el adversario, documentado en KBo XII 38 ( Guterbock, H G. “The hitite conquest of Cyprus reconsidered” JNES 26, 73-81 y Hoffner H. A. “ The last days of Hattusa” en W. A. Ward  “The crisis years : the 12th century  B. C.” Dubuque 46-51, 1989)



Hay varias teorías sobre los sucesos del Bronce Tardío y la caída de sus civilizaciones, incluyendo la hitita. Una de ellas es la teoría de los terremotos y de la “onda sísmica” de Claude Schaeffer. Esta ha sido rebatida señalando que los terremotos son cíclicos y recurrentes en la cuenca mediterránea, y que sus efectos eran asumibles incluso por las civilizaciones antiguas. Es muy difícil que causaran una interferencia generalizada, y no podrían impedir por si solos la expansión de esos pueblos.

 Otra teoría es la del cambio climático, que habría provocado sequías y las correspondientes hambrunas. Fue enunciada por Rhys Carpenter. Apoya esta teoría cierta documentación hitita o de sus interlocutores de Egipto o Ugarit, como la recogida en KBo 2810, RS 20.212 o KTU 2.39/RS 18.038

Según el artículo de Kaniewski y VV.AA “Late second early first millenium B. C. abrupt climate changes in coastal Syria…” Quaternary Research 74, pp. 207-215 (2010), basada en estudios realizados en Tell Tweini en Siria, y en Chipre, puede establecerase una sequía a finales del siglo XIII en el Mediterráneo Oriental a partir de depósitos de polen fósil. En la misma línea está la obra de B. L. Drake, basada en estudios relaizados en Soreq (Israel) y Voulkaria (Grecia) “The influence of climatic change on the Late Bronze Age collapse and the griek dark ages” Journal of Archeological Science, 39 (2012). Por su parte Finkelstein hizo conclusiones parecidas tras examinar catas de polen fósil en el Mar de Galilea y en el Mar Muerto, como un periodo seco más breve, que fecha entre 1250-1100 a.c.