lunes, 28 de julio de 2008

Divulgativo: El ejemplar movimiento rexista


El rexismo fue el fruto del empuje de un extraordinario personaje, León Degrelle ( 1906-1994 ), en los turbulentos años 30 del siglo pasado. En la Bélgica avasallada por la tan traida partitocracia parlamentaria, para el caso encarnada en los partidos Liberal, Socialista y Católico, Degrelle fue capaz de introducir una novedad de pensamiento basada en la preeminecia del factor nacional y la regeneración frente a la situación de corrupción y amiguismo clientelista, protestando contra las inevitables secuelas del monopolio partitocrático, sus falsos consensos y rutinas tramposas basadas en la estafa sistemática y la manipulación de los grandes conceptos de Libertad e Igualdad, atentando contra la lógica y el sentido moral.

El propio Degrelle y sus seguidores procedian inicialmente de ese ambiente decadente, en su caso de las Juventudes del Partido Católico. A partir de 1932 iniciaron su evolución ideológica desde el catolicismo imperativo hacia el populismo semifascista, en una trayectoria semejante a la de Salazar en Portugal o el efímero experimento de Dollfuss en Austria. El principal medio de difusión de las nuevas propuestas y aglutinante mediático fue el periodico semanal "Rex", fundado en septiembre de 1932 así como otras publicaciones de las ediciones de la Asociación de la Juventud Belga que estaban a su cargo desde octubre de 1930. Muy pronto, implementadas por una hábil estrategia publicista, la apuesta por las grandes tiradas y las campañas de difusión personalizadas en las propias giras del dinámico Degrelle por internados, colegios e institutos, estas publicaciones permitieron afianzarse al incipiente movimiento rexista que sacudió la modorra anterior de la opinión pública belga mediante textos incisivos que encontraban amplio eco en forma de gozo de los lectores...o la furia de los denunciados, entre los que destacaban la partitocracia y sus conexiones con los cargos eclesiasticos, como aconteció en el escándalo de la " Boerenbond" o Liga de los agricultores flamencos, en la que fue denunciada la alianza cómplice con los "rufianes de las superfinanzas" que desviaban los fondos de los ahorradores honestos para pagar favores y sobornos. A partir de ese momento se enfriaron las relaciones entre Degrelle y el cardenal Van Roey, máximo preboste religioso en la Bélgica de la época, porqué los rexistas con su líder a la cabeza consideraban que Acción Católica y el partido Católico se habian transformado en un instrumento subordinado a los potentes grupos bancarios y sus protectores políticos.


Al mismo tiempo no perdía oportunidad para fustigar sin tregua al marxismo en sus distintas interpretaciones llegando a utilizar para ello, con un valor increíble, las mismisimas reuniones auspiciadas por el partido socialista belga: especialmente subrayaba en sus filipicas el burocratismo y el materialismo ramplón de los socialistas, que reprimian la naturaleza íntima del hombre, y que a traves de una dictadura económica asfixiante en el caso del modelo propugnado por los comunistas, ahondaban en ese embrutecimiento deliberado de la masa social. Degrelle explicaba que era ( y es ) una contradicción profunda combinar pacifismo postizo con la nefasta lucha de clases. Por otro lado, esta última solo puede conducir al colapso total al cuerpo nacional en su globalidad: en el interés de la clase trabajadora solo puede haber una solidaridad nacional, de los miembros de una misma identidad cultural y étnica.
Cedamos la palabra al propio Degrelle:
" Nosotros, socialistas sinceros, al mismo tiempo que patriotas sinceros, pues a nuestros ojos solamente la conjunción de la justicia social y de los imperativos del orden nacional podía crear la comunidad de clases, no podíamos admitir que millones de nuestros compatriotas siguiesen despreciados en una situación inhumana, mal pagados, mal alojados(...) e incluso no respetados en su dignidad de trabajadores. "
"Los comunistas sabían bien que de nosotros no podían esperar nada. Yo había lanzado una campaña nacional: Rex o Moscú. Nunca habiamos admitido y nunca admitiría al comunismo. El comunismo mata la vida de las conciencias y no permite a un ser humano ni respirar. Además económicamente ha fracasado por completo. Parece magnífico que los hombres se lo repartan todo y que no haya más que un solo bolsillo, el del colectivismo. Pero el hombre tendrá siempre gusto por el lucro. El más pobre de los proletarios piensa en ganar más y no quedarse en el último peldaño de la escalera. Si progresa, ya no tiene ganas de repartir. La fórmula comunista es psicológicamente aberrante. Lo ha sido desde el principio."
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Fuentes/ Libros recomendados:
León Degrelle y el rexismo. Erik Norling, 1996
Autorretrato. Recopilación de entrevistas por Jean M. Charlier 2003

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