La conferencia
del señor Pedro Varela tuvo lugar, tal y como estaba prevista, el pasado
día 15 de febrero en el Centro Social y Nacional de León, que vio
desbordada su capacidad por la numerosa asistencia. Poco importó que
parte del auditorio tuviera que seguir las palabras del señor Varela en
pie por la falta de asientos disponibles, la atención era máxima y es
que cada día más españoles muestran un profundo interés por conocer la
verdad sin censuras, sin maquillaje, sin manipulación, y eso es lo que
ofrece el señor Varela en cada conferencia, en cada gesto, eso es lo que
el Sistema no le perdona, ni a él ni a otros que tienen la gallardía de
decir su verdad en una época en que esto no se tolera.
La
presentación corrió a cargo del Presidente de Juventudes de Democracia
Nacional Pedro Chaparro y el motivo de la conferencia fue la aprobación
de la modificación del artículo 510 del Código Penal. En la actualidad,
el artículo 510 del Código Penal sólo sanciona de uno a tres años de
cárcel a los que "provocaren" la discriminación por motivos xenófobos.
Es decir, a los que haciendo apología forzaran alguna agresión o
hicieran crecer el odio en terceros. La nueva reforma modifica este
verbo e incluye a los que "fomenten, promuevan o inciten directa o
indirectamente" al odio por motivos ideológicos, racistas, de religión u
orientación sexual, entre otros. Respecto a la pena máxima por este
precepto se aumenta hasta cuatro años.
Para
aplicar la nueva ley el señor Gallardón nombrará cincuenta nuevos
fiscales del odio, a los que el señor Varela definió como “auténticos
comisarios soviéticos”, a imagen y semejanza del señor Miguel Ángel
Agilar, fiscal del odio de Cataluña, conocido por todos por haber metido
en prisión al señor Varela haber secuestrado su libros etc.
A
pesar de las simpatías del señor Aguilar por la extrema izquierda y de
que el señor Gallardón se supone representa a la España conservadora, en
este asunto están totalmente de acuerdo y compenetrados y es que ambos
“obedecen a la misma logia y todos obedecen al mismo amo que es el lobby
judío”.
Estos nuevos
comisarios soviéticos “van a controlar la opinión de las personas, qué
haces, qué entiendes, qué propones y a dónde vas”, fiscales que como el
señor Aguilar sólo perseguirán a la extrema derecha pues el ilustre
fiscal para los delitos de odio de Cataluña nunca ha irrumpido en una
librería de la extrema izquierda, nunca ha impedido la publicación de
libros de la extrema izquierda separatistas etc. ¡Nunca! Ni un libro, ni
un autor, ni una librería que defienda, por ejemplo, el comunismo a
pesar de los millones de muertos causados, algo que debería entrar de
pleno en los delitos de odio.
No,
a estos fiscales sólo parece preocuparles la persecución de la extrema
derecha y la protección de feministas, homosexuales y sionistas, algo
lógico si pensamos en que se está realizando un plan a largo plazo para
desmantelar la cultura europea, en donde la destrucción de la familia es
un factor fundamental: si destruyes la pareja, la familia la patria, la
identidad étnica de las personas, dejaremos de ser seres humanos, no
tendremos ninguna raíz, seremos un número que paga impuestos y sin una
cultura determinada se nos convertirá a todos en esclavos fáciles. ¿A
todos? No, a todos menos al lobby judío que también en esto goza de
exclusividad.
No existen
leyes que persigan a aquellos que hablen mal de los leoneses, ni de los
madrileños o catalanes; no existe ninguna ley que impida hacer crítica
de algún punto del Islam ni del cristianismo, pero ojo, si usted dice
“Oiga, los tres últimos jefes de la Reserva Federal de Estados Unidos
son judíos, aunque esté haciendo una constatación de un hecho, se le
podría acusar de estar fomentando el antisemitismo”. Sin duda, al menos
en la ley Gallardón, existe un pueblo elegido, que por desgracia no es
aquel al que ha jurado servir, el español.
La
nueva ley perseguirá a cualquiera que no esté de acuerdo con su versión
de los hechos, a quienes produzcan, elaboren, posean, distribuyan o
faciliten a terceras personas, difundan o vendan por escrito u otra
clase de material que por su contenido sea idóneo para fomentar o
promover de manera directa o indirecta el odio la hostilidad la
discriminación o el antisemitismo incurrirán dentro del tipo penal.
Y
así, gracias al señor Gallardón, si usted tiene en casa un ejemplar del
Mi Lucha incurre en delito, si usted tiene dos copias y le regla una a
un amigo, incurre en delito, si usted presta su ejemplar incurre en
delito, si usted desde el ordenador aboga por poner fin a la
multiculturalidad o a la inmigración masiva incurre en delito…
Por
último, la ley del señor Gallardón perseguirá a los historiadores
revisionistas, y lo hace con tal ambigüedad que casi cualquier escrito
que contradiga la versión oficial podrá ser perseguido y acusado. ¡Todo
esto en un país occidental supuestamente libre y democrático!
Serán
condenados aquellos que lesionen la dignidad, que promuevan el
descrédito de una parte de las personas por su procedencia. Si usted
escribe que los chinos dominan el comercio del “todo a cien”
posiblemente no le ocurrirá, nada de hecho lo más posible es que estas
palabras ni siquiera molesten a los chinos. Pero ¿ocurrirá lo mismo si
escribe que los judíos dominan las finanzas internacionales?
Posiblemente no, usted incurrirá en un delito.
El
juez, con esta nueva ley, podrá ordenar la destrucción, borrado o
inutilización de libros, archivos, documentos, artículos y cualquier
tipo de soporte técnico. Además si existen portales o empresas que hagan
de servidores de alguna web o blog el juez obligará a estas empresas a
dejar de prestar el servicio, reservando las penas superiores cuando se
haga en nombre de organizaciones.
Toda una persecución al más puro estilo soviético.
Curiosamente
cuando en Francia y en otros países se están retirando leyes similares
por mandato de Naciones Unidas, en España nos disponemos a aprobarla.
Una vez más llegamos diez años tarde, pero lo importante no es esta ley
que está promovida por un político que terminará un día en las cloacas
de la historia, ”lo importante es saber quién ha promovido esta ley y
quién ha obligado a Francia, Canadá etc. a imponer leyes represivas,
contrarias a la libertad de expresión, a la libertad de investigación y
lo que es más sencillo, como diría un castizo español, a mí no ha nacido
nadie que me diga lo que puedo y no puedo leer”.
En
este sentido la ADL (Liga de antidifamación judía) ha jugado un papel
determinante desde los años noventa, usando su enorme poder mediático
para inventar los delitos de odio. Un culpable de delito de odio, en
definitiva, es todo aquel que no está de acuerdo con sus planes. Si
usted decía, hace algunos años, el sesenta por ciento de los productores
de cine en Hollywood son judíos, usted daba una información que se
podía creer o no, se comprobaba y luego se discutía sobre ello. Pero
esto, hoy, es un delito de odio.
Lo
han tenido difícil, pues va en contra de la tradición jurídica
occidental, pero poco a poco ha ido calando en la sociedad y gracias a
los medios de comunicación la idea de que una opinión puede ser
constitutiva de delito, a pesar de contradecir toda nuestra tradición
jurídica, ha calado en la población.
Ya
no podremos denunciar la destrucción étnica de nuestras sociedades,
será considerado delito de odio, denunciar que la población europea está
siendo sustituida por elementos alógenos será un delito de odio,
afirmar que esto se está haciendo en Europa y sólo en Europa, pues los
chinos, los africanos o los árabes no están siendo sometidos a esta
sustitución poblacional, será un delito de odio. Pretenden que nos
dejemos destruir sin denunciarlo por que hacerlo será un delito.
El
fin último de todo cuanto está ocurriendo es la destrucción de la
civilización occidental para que demos paso a un gobierno mundial cuando
todos seamos café con leche.
Señores o sobrevivimos o nos hundimos.
Pedro Varela y Pedro Chaparro, líder de DNJ.
Pedro Chaparro, líder de DNJ, e Ignacio Casado, responsable de delegaciones.
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