viernes, 22 de abril de 2016

RECENSIÓN SOBRE "ÚLTIMOS ESCRITOS Y DISCURSOS DE GIOVANNI GENTILE 1943-1944"

Últimos escritos y discursos de Giovanni Gentile. 24 de junio 1943-15 de abril 1944” fue publicado por Ediciones Nueva República en 2013. Consta de 145 páginas, y está ilustrado con fotografías en blanco y negro de Giovanni Gentile en diversas etapas de su vida, así como algunas relacionadas con el atentado que le costó la vida. Se abre con una introducción de Primo Siena que presenta las circunstancias y la reacción de Gentile ante la caída de Mussolini en el verano de 1943 a manos de una conspiración amañado por el rey Victor Manuel III, mandos del Ejército y elementos oportunistas del partido fascista. Cambio de gobierno que condujo a la rendición a los Aliados pocas semanas más tarde, y a la intervención de Alemania para rescatar al Duce y rechazar a los Aliados.

Precisamente estos decisivos sucesos coincidieron con la culminación de una de las principales obras de Gentile, “Génesis y estructura de la sociedad”. Consternado por la capitulación y el despliegue de fuerzas extranjeras, Gentile pronto se identificó con la República Social Italiana, la entidad que controlaba el norte del país bajo la cobertura de las tropas alemanas. En ella el fascismo, libre del lastre de las fuerzas monárquicas y conservadoras, por fin pudo desplegar su esencia nacional y su proyecto integrador en lo social, aunque condicionado por la desfavorable situación bélica y el hostigamiento comunista. Gentile asumió un arriesgado papel, asumiendo la presidencia de la Academia de Italia. Son sus trabajos finales los reunidos en este libro. El 15 de abril Gentile fue tiroteado por un grupo terrorista de adscripción comunista a la entrada de Villa Montaldo, en las afueras de Florencia. Tras el apunte biográfico, se describen las aportaciones intelectuales del autor en su último periodo.

 En “Discurso a los italianos”, fechado el 24 de junio de 1943 se refiere a la impresión causada por los bombardeos Aliados de puertos y ciudades del sur del país :“ se ha empleado con dureza contra los hogares domésticos, sobre nuestras mujeres, nuestros ancianos y nuestras criaturas: ha deseado, presume de debilitarnos y plegarnos con el terror y el horror de la devastación (…) Pero su abatimiento es nuestro abatimiento: por Palermo, Génova, Nápoles, Messina, Cagliari, Trapani y por las ciudades tan duramente golpeadas. El enemigo pudo haber esperado que este abatimiento nos hubiese hundido e inducido a dejar una brecha en el frente europeo, en el cual, tras los inútiles estragos de su deporte de aviación, debe entonces golpear si quiere comenzar a ganar la guerra que ha desencadenado”. Pasa a relatar la trascendencia e interpretación del conflicto: “ Porque una guerra como esta, en la cual están implicadas, de un modo u otro, todas las fuerzas del mundo, una guerra que los historiadores no podrán explicar sin remontarse a siglos de acontecimientos que la han preparado, madurándola lentamente a través de todo el desarrollo del imperialismo anglosajón: la concentración y potenciación de la gran industria, la resurrección y la organización de Asia, la labor social del trabajo y pensamiento europeo” 
Apela a la búsqueda de la propia dignidad que debe tener el pueblo italiano :“ Lo importante es, entonces, tener fe en la victoria; la esencial victoria depende de nuestra misma fe, y, de hecho, de nuestra voluntad. Ella sola puede hacernos merecedores de la otra(…) de la misma dificultad de determinar el significado real de la palabra “Victoria” (…) pero puede entenderse también como una conclusión política, la cual no siempre coincide con aquella militar”. Finaliza con  una exhortación al brío del pueblo  "Italianos, sed fieles a la madre antigua; disciplinados, conformes, memoria de la responsabilidad que os viene del honor de ser italianos; resueltos a resistir, a combatir, a no desmovilizar los ánimos frente al enemigo que amenaza, que duda de vuestra fe y carácter. Las disputas, después"


En el artículo periodístico “Reconstruir”, del 28 de diciembre de 1943, admite la etapa de oscuridad que está pasando su país. Denuncia a los claudicadores: monarquía, fuerzas armadas, oportunistas de diverso pelaje y procedencia política. Otra de sus reflexiones gira en torno a la importancia del honor en semejante coyuntura. El pueblo tal vez sucumba, pero debe hacerlo luchando, con dignidad: “¿No es esta una necesidad de todos los corazones? ¿No sienten todos que el honor no es una palabra vana, sino una necesidad inevitable, de no renegar de sí mismos? (…) Los pueblos no mueren si en la derrota sobreviven indomables, intactos en su voluntad de independencia. En esta voluntad esta la vida”
El autor declara que la represión fascista debe tener como fin último un ideal pacificador y constructivo, recuperando la lealtad de la población común: “No desde la arbitrariedad y la violencia, sino desde el imperio de una ley impuesta desde la necesidad de la Patria a reconstruir. Golpear entonces lo menos posible, ir al encuentro de las masas para conquistar su confianza y reclamarles la conciencia del común deber”.

En la revista “Nueva Antología” Gentile publicó el 1 de enero de 1944  unas reflexiones bautizadas como “Continuación”. Repasa uno de los temas que le obsesionaban desde los hechos del verano de 1943, la división del país y de las mentalidades: “(…) pese a la tristeza angustiosa de la hora presente, que ha dividido profundamente las almas, y las ha encerrado en sí mismas”.  Contiene una acertada y poética definición del concepto patria: “(…) la Patria, o sea, en aquel patrimonio espiritual del cual cada uno vive, sin participar en aquel eterno diálogo de los vivos con los muertos”.
¿Cuál es la solución? Recomponer la unidad, utilizando la cultura como punto de encuentro: “A esta cultura, como instrumento de fusión de los espíritus, es bueno apelar cuando la unidad moral de los hombres se hace pedazos o parece disolverse. Ella puede procurar, de cualquier manera, una forma de entenderse y de encaminarse, al menos, hacia aquella inteligencia superior y común que es la gran concordia nacional

En otro semanario, “Italia e civilta”, el 8 de enero de 1944 escribió un breve ensayo titulado “Cuestión moral”. Incide nuevamente en el cisma del  verano de 1943 y los modos de superarlo: “Una bandera se ha elevado: una sola. La ha empuñado el hombre que ya tuvo la confianza de los italianos (…) En torno a ella, si se cree  que con ella y por ella el país puede resurgir de la abyección en la que una traición preparada la ha postrado. Se debe querer que todos los italianos se unan, depuestos ahora los rencores, las pasiones, las ásperas disensiones, sobre la vía a seguir”. Explica cómo deben de conducirse la República Social Italiana: “Golpear inexorablemente  la obstinación de los rebeldes irreductibles, pero ir al encuentro de los inciertos, de los irresolutos (…) Inspirar, merecer la confianza de todos, suscitar los consensos, realzar los ánimos en el sentimiento que está en el fondo de todos los corazones: que la Patria no puede morir






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