UNA IMAGEN DEL ACTUAL CENTRO DE INTERPRETACIÓN DE LA MURALLA PÚNICA EN CARTAGENA, QUE REMEMORA LA FISONOMIA DE LA ANTIGUA FORTIFICACIÓN, Y QUE GUARDA EN SU INTERIOR UN SEGMENTO DE LA MURALLA ORIGINAL
Según las fuentes antiguas del siglo II a. c. el perímetro de la Cartago Nova púnica sería de 20 estadios, cerca de 4 km. El área correspondiente aunque palidecería comparada con sus contemporáneas Roma, Cartago, Siracusa o Rodas con todo la covertían en una ciudad amplia para la época, repleta de depósitos, talleres, arsenales y templos. En el noroeste de la península, la colina llamada Ars Asdrúbalis contenía la ciudadela y vigilaba el canal hacia la laguna. Al sur, dominando el puerto se encontraba la colina de Esculapio. Al este, la colina Hefesto custodiaba el istmo. Las colinas de Cronos y Aletes, al norte y el noreste, completaban el conjunto de elevaciones.
Como es lógico la preocupación ‘primordial de los cartagineses fue reforzar con poderosas murallas tan extraordinario lugar. El método adoptado fue el de una muralla de piedra arenisca compuesta por dos muros paralelos de piedra arenisca consistente en dos muros paralelos con una separación de 5 metros entre ellos . El espacio resultante se rellenaba de piedras más diminutas y de tierra apisonada. Este relleno proporcionaba una amortiguación muy resistente a los embates de los arietes u otros ingenios de asedio perforantes, gracias a cierto grado de elasticidad, y prevenía los derrumbes del lienzo.
EL SEGMENTO DE MURALLA CARTAGINESA ORIGINAL RESGUARDADO EN EL INTERIOR DEL CENTRO DE INTERPRETACIÓN
EL SEGMENTO DE MURALLA CARTAGINESA ORIGINAL RESGUARDADO EN EL INTERIOR DEL CENTRO DE INTERPRETACIÓN
Los muros alcanzaban los cuatro metros de altura, con el muro exterior ligeramente inclinado. Pero la ingeniosa solución no terminaba aquí.
Prolongando los muros desde la base homogénea , los espacios correspondientes se mantenían huecos, de modo que se transformaban en pasillos donde la tropa podía resguardarse de los vaivenes del clima, permanecer discretamente oculta al enemigo y aún más importante contraatacar desde las aspilleras. Incluso podían usarse como alojamientos improvisados para los soldados. Por encima de ellos se situaba el adarve o camino de ronda habitual.
Prolongando los muros desde la base homogénea , los espacios correspondientes se mantenían huecos, de modo que se transformaban en pasillos donde la tropa podía resguardarse de los vaivenes del clima, permanecer discretamente oculta al enemigo y aún más importante contraatacar desde las aspilleras. Incluso podían usarse como alojamientos improvisados para los soldados. Por encima de ellos se situaba el adarve o camino de ronda habitual.
Robusteciendo la muralla se erigían cada cierta distancia
torres equipadas con máquinas pesadas lanza proyectiles.
Este diseño fue empleado en la misma Cartago, y era
típico de todo el orbe helenístico o bajo su influencia.
Las murallas de Cartago Nova utilizaban las cinco colinas
como formidables bastiones naturales, sin subir por ellas, lo que repercutía en
un considerable ahorro de costes. La puerta del istmo estaba lógicamente
reforzada por dos torres excepcionalmente sólidas y un “patio griego” que
constreñía a cualquier audaz enemigo que
hubiera logrado franquear la puerta pese a todas las precauciones.
El sector de la laguna, en cambio, estaba menos reforzado
atendiendo a las grandes dificultades , que, en teoría, tendría un enemigo para vadearla. Precisamente, la
práctica refutaría esta creencia en el año
209 a.c. durante la incursión de Escipión, el futuro “Africano” y héroe
romano de la II guerra Púnica. Pero eso, como diría el sabio, es otra historia
digna de ser contada en otro momento.
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