Durante sus campañas en la II guerra Púnica en Hispania los romanos se familiarizaron con un tipo de espada corta popular entre los celtas e íberos de la península. Tras la toma del bastión cartaginés de Cartago Nova en 209 a. c. quedaron en sus manos grandes talleres donde se producían al por mayor estas armas tan eficaces. Parece que ya en el desembarco de Escipión en Africa en el 204 a. c. , que remataría la conflagración dos años más tarde, las legiones disponían en sus arsenales de grandes existencias de esta clase de equipamiento.
En las fuentes latinas es mencionada como "gladius hispánicus" por Cuadrigario, o " gladius hispaniensis" o gladius hispanus" por Tito Livio, ambos historiadores del siglo I a. c.
Comparativa entre las hojas de un espada hispánica del periodo republicano y otras hojas de modelos derivados posteriormente usados en época imperial.
La "espada hispánica o hispana" era un elemento idóneo tanto para el golpe de tajo, debido a su hoja firme y sus bordes afilados, como para la estocada. En caso de disponer a las tropas en orden abierto, proporcionando el espacio imprescindible para blandir el "gladius" el golpe de tajo constituía la táctica más apropiada. Cuando los legionarios se disponían en orden cerrado formando líneas, lo pertinente era el uso de estocada, apuñalando con el brazo en un movimiento de abajo hacia arriba con el cuerpo del legionario cubierto tras su escudo, buscando causar una herida penetrante y casi siempre mortal. Habitualmente el soldado la portaba en el costado derecho de la cadera., desenvainadola con un rápido movimiento de inversión de la mano, que resguardaba el brazo evitando su exposición ante un enemigo próximo.
Reconstrucción de una espada hispánica
La hoja del "gladius" solía oscilar entre los 65-70 centímetros de largo y los 4,80-6 centímetros de ancho, variable dependiendo de los centros artesanos de producción. Los mangos habitualmente se confeccionaban en hueso, acabados en un pomo redondeado de madera o marfil. El peso total era de unos 1,5 kilos, convirtiendola en un arma muy liviana, y fácil de portar y esgrimir. En definitiva un compendio de condiciones ventajosas que explican su inmediata adopción y expansión como arma reglamentaria entre las huestes romanas inmersas en los siglos II-I a.c. en la conquista de vastos territorios.
Artículo publicado originalmente en el foro historia hispana:
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